¡Caramba! Qué dilema.. y… como mínimo tenés que salir a buscar a dónde, ¿no? Emprendamos esa tarea, entonces. Con mucho tiempo de antelación a la fecha en que pretendemos estrenar, salimos en busca de la sala para dar nuestra obra, para ¨poner¨ la obra en la que estamos ahora trabajando. He aquí tarea más que titánica.
El panorama que presenta la Ciudad de Buenos Aires parece ser amplio y abierto, la cantidad de salas de teatro que hay da un paisaje lleno de posibilidades e ilusiones. Me armo del material necesario y confecciono ¨la lista¨ de teatros, una lista suculenta y atractiva.
Salgo a recorrer las primeras salas… Obviamente los nombres más pomposos a los que pretendía acceder son los primeros que se me caen. -¡Ni miraron la carpeta!- Le respondí a mi compañero que me miraba ansioso y a pesar de su carita de decepción seguí el relato, -la respuesta que me dieron fue certera e irrevocable: ¨Ya tenemos completa la programación hasta septiembre del 2028¨-. Bien, comprendimos que el intento fue audaz. Hasta que no contemos con un gran aparato de prensa y dos o más personas de renombre en el elenco esas salas van a tener la programación completa eternamente. Tachamos unos cuantos, pero no importa, seguimos la búsqueda… Nos encontramos con salas que aparentaban ser más abiertas pero con un discurso acerca de la estética que pretendían ¨cuidar¨ (digamos que intentaban posicionarse igual a las mencionadas anteriormente) pero conservaban cierta generosidad y argumentaban que quizás podían tener un ¨huequito¨ en su programación. Pero en el diálogo aparecía en reiteradas veces de manera camuflada el innombrable ¨seguro de sala¨. Mientras estas personas nos hablaban, rápidamente sacamos los cálculos y nos resultó imposible pensar que teníamos que contar con un respaldo mínimo de $100 a $150 por función… Seguimos tachando. La lista se hizo cada vez más pequeña y la desazón cada vez más grande. Ni pensar en que si la puesta que estoy trabajando requiere determinado espacio. En el recorrido de las salas ya cambié el uso del espacio muchas veces, resigné algunas ideas e imaginé cómo llegar a otras en tal o cual espacio. ¿Enseñarán esto en la carrera de Dirección? Me pregunto… si en esta tendencia de puestas excesivamente coreográficas el alumno saldrá preparado para enfrentar un cambio constante de espacios…
Debo confesar que más de una vez revisé mi proyecto, observé mi carpeta y pensé ¿Qué tengo que hacer para ser aceptado, para poder entrar en ese círculo en donde parece que las puestas se abren con más facilidad? Y me enojo, me enoja la idea de traicionar lo que tengo para contar por lo que creo que ¨debo¨ contar para pertenecer a la movida, pero no puedo evitar sentirme pequeño e inseguro.
Tomo fuerzas, me apoyo de los míos y seguimos en el ruedo.(…)
Seguiremos buscando dónde ponerla.
El panorama que presenta la Ciudad de Buenos Aires parece ser amplio y abierto, la cantidad de salas de teatro que hay da un paisaje lleno de posibilidades e ilusiones. Me armo del material necesario y confecciono ¨la lista¨ de teatros, una lista suculenta y atractiva.
Salgo a recorrer las primeras salas… Obviamente los nombres más pomposos a los que pretendía acceder son los primeros que se me caen. -¡Ni miraron la carpeta!- Le respondí a mi compañero que me miraba ansioso y a pesar de su carita de decepción seguí el relato, -la respuesta que me dieron fue certera e irrevocable: ¨Ya tenemos completa la programación hasta septiembre del 2028¨-. Bien, comprendimos que el intento fue audaz. Hasta que no contemos con un gran aparato de prensa y dos o más personas de renombre en el elenco esas salas van a tener la programación completa eternamente. Tachamos unos cuantos, pero no importa, seguimos la búsqueda… Nos encontramos con salas que aparentaban ser más abiertas pero con un discurso acerca de la estética que pretendían ¨cuidar¨ (digamos que intentaban posicionarse igual a las mencionadas anteriormente) pero conservaban cierta generosidad y argumentaban que quizás podían tener un ¨huequito¨ en su programación. Pero en el diálogo aparecía en reiteradas veces de manera camuflada el innombrable ¨seguro de sala¨. Mientras estas personas nos hablaban, rápidamente sacamos los cálculos y nos resultó imposible pensar que teníamos que contar con un respaldo mínimo de $100 a $150 por función… Seguimos tachando. La lista se hizo cada vez más pequeña y la desazón cada vez más grande. Ni pensar en que si la puesta que estoy trabajando requiere determinado espacio. En el recorrido de las salas ya cambié el uso del espacio muchas veces, resigné algunas ideas e imaginé cómo llegar a otras en tal o cual espacio. ¿Enseñarán esto en la carrera de Dirección? Me pregunto… si en esta tendencia de puestas excesivamente coreográficas el alumno saldrá preparado para enfrentar un cambio constante de espacios…
Debo confesar que más de una vez revisé mi proyecto, observé mi carpeta y pensé ¿Qué tengo que hacer para ser aceptado, para poder entrar en ese círculo en donde parece que las puestas se abren con más facilidad? Y me enojo, me enoja la idea de traicionar lo que tengo para contar por lo que creo que ¨debo¨ contar para pertenecer a la movida, pero no puedo evitar sentirme pequeño e inseguro.
Tomo fuerzas, me apoyo de los míos y seguimos en el ruedo.(…)
Seguiremos buscando dónde ponerla.
Fragmento del artículo de Gilda Sosa ¨Dónde la pongo¨, Revista de Arte ABRÍ, Septiembre de 2007.
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